Las profundas transformaciones políticas, económicas y sociales de las últimas décadas modificaron ampliamente las expectativas y demandas en relación a las funciones de la escuela. Algunos de estos cambios tienen su origen en fenómenos desplegados a escala global tales como: mutaciones en los paradigmas productivos, la centralidad del conocimiento y el desarrollo tecnológico, las crecientes brechas económicas y sociales registradas a nivel mundial, etc. Otros fenómenos dan cuenta del impacto singular de estas transformaciones en los países de la región. Las crisis económicas, los cambios en la estructura social, el deterioro y la precariedad en las condiciones de empleo, la exclusión de un alto porcentaje de la población, la creciente masificación de la matrícula escolar, y la consecuente devaluación de las credenciales educativas son aspectos que dan lugar a las transformaciones de las funciones sociales que asumieron históricamente las escuelas.
Por lo anteriormente expuesto, tanto los actuales, como los futuros docentes y directivos de nivel primario y secundario deben estar en condiciones de abordar reflexiva y responsablemente el análisis de los mecanismos y normas que debieran sustentar el rol estructurante del trayecto de la educación primaria en el marco de la escolaridad obligatoria.
En los últimos años la falta de adecuación a las mutaciones citadas ha generado un proceso de debilitamiento de los equipos directivos, el cual ha provocando un deterioro sistemático de la función y las relaciones vinculares. En tal sentido, creemos que el fortalecimiento de los Consejos como organismos deliberativos y ejecutivos de las políticas educativas y el análisis del contexto en el que hoy se desarrolla la labor educativa requiere del aporte de todos los actores que conforman la comunidad educativa y especialmente, de quienes tienen la responsabilidad expresa en cada una de las instituciones educativas de garantizar el derecho a la educación con calidad y equidad de todos los niños/as y jóvenes.
Ahora bien, esta responsabilidad a la que se alude se consolida cuando existe por parte del director un fuerte compromiso y una actitud de servicio no sólo con la institución escolar, sino también con el contexto en el que ella está inserta. La realidad en la Provincia de Mendoza ha dado cuenta de que este compromiso es mayor cuando el director tiene una situación de estabilidad en la institución educativa, lo que en gran medida aparece vinculado a su situación de revista como titular en el establecimiento que conduce.
Dicha estabilidad en la gestión permite abordar los procesos escolares de manera sistemática y sostenida, detectando las fortalezas y debilidades que perfilan la evolución de la institución en el tiempo y construyendo un conocimiento más sólido para garantizar la consolidación de estrategias integradoras que facilitan la permanencia de los jóvenes en el sistema, pero que no se queda en la simple escolarización y distribución de certificaciones, sino que vuelve sobre los aprendizajes garantizando la distribución equitativa de conocimientos básicos y estrategias para operar con los mismos.
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